17.06.16
Boca, lengua, cuerdas vocales, dientes y toda una serie de máquinas parlantes (y deseantes que dirían Deleuze y Guattari), han sido creadas por estos artistas para poner de manifiesto el conflicto de toda lectura (Derrida) y la terrible imposibilidad total del diálogo, territorios por los que discurren las voces y los ecos de aquellos que se acercan a los fenómenos del sonido, la voz, el texto, el lenguaje y los actos de habla como algo más que simples manifestaciones comunicativas, sino como anomalías y rarezas del uso común de la voz.
Si el postestructuralismo puso las bases para que el análisis y la lectura de toda imagen fuera al texto, a la construcción de texto, estas anomalías de la voz, que ahora llamaremos disfonías, ya no sólo inciden en esta idea de la ficción de las palabras y las cosas a través del lenguaje, sino que erigen a la voz como un nuevo elemento de desestabilización biopolítica y producción de discurso Cuando Spivak se preguntaba en 1985 si ¿puede hablar el subalterno?, ya estaba avanzando la importancia de la voz en la configuración de las prácticas de diferenciación poscoloniales , pues no se preguntaba si podía escribir o si podía construir imágenes, sino que Spivak nos llevaba al verdadero quid de la cuestión, la voz del subalterno, sus actos de habla.
* Fotografía de Joan Morey "La voz y el fenómeno" (Instalación pieza sonora, 2015-16).